Todos los cuentos son ficticios; la mierda, sumamente real.

Sunday, December 17, 2006

Placeres Capitales: Ira



Que tal damas y caballeros buenas noches y bienvenidos nuevamente al Show de La Noche!! Así es, nuevamente estamos juntos para un montón de risas y demases y se que esta noche como todas las otras se verán encantados y divertidos por la perversidad de la nefasta vida.

¿Que podemos hablar hoy? Pues simplemente hay que partir reordando que en esta clara mañana me levanté con el pie izquierdo. Rocé con delicadeza el borde de la cama y creanme que delicateces fueron lo último en salir de mi boca cuando el pulgar de mi pie derecho se dió un osculo consagrante con un madero de la cama. Repugnante. Así se veía mi dedo despues y a duras penas metí el pie en la calceta y luego en el duro zapato Ramidie que como todos saben, cuando están nuevos son más duros que el bulto del pantalón del joven que está atendiendo la mesa 5. Si amigo, se nota que no sólo sirves martinis a esa dama de blanco, te sirves un trago mucho mas delicioso en la cara... ¿Quizas esperas un champañazo? De vuelta al momento nada más me turbó, salí del hogar como todos los días y la puta de mi vecina me volvió a dar la oferta del día, tal cual unas horas antes. "10 dolares por fluido perrito" me dijo cacheteandose una nalga la gorda inmunda esa. Hay cada cosa en este mundo. Me retiré sin más e intenté moverme sin dar trapie por la alborotada Avenida 35.

Cuantas cuadras sin sentido dios mio. Ya en la Dermount los ancianos botiflachos (entiendase por botiflacho como: ebrio sin camino), se aparecian en proporciones tapizando las calles de un cafe grisaseo. Medio cabello sucio, medio ropa cochina. Si riase nomas el calvo de la mesa 7, pero prefiero sus greñas a su cabeza de rodilla cualquier día del año. Decía... Me interné mirando el entorno, no había mucho, sólo un cartel de una nueva fragancia me llamó la atención. Estaba puesto en un paradero de locomoción y mostraba impudica a una verbosa dama blanca cubierta de espigas. Fue una buena imagen, que puedo decir. Como para pensar, que mierda hago contandoles idioteces a ustedes si existen ramas que cubran un fruto como ese. Mmm... Como les explico... Imaginense a la niña de la barra, Antonia, con un poco más de senos, unos pezones rosados y duros y sin esa cara de alcoholica que se esconde tras sus hileras de hojerosas noches. En fin, sólo pasé por el lado.

En la tarde me entumí con unas cervezas. Ceseando a los 230 minutos. Me encerré entre dos ancianos comechulas e intenté imbicuirme en sus asuntos y pasar la tarde. Ahí escuché de pique lo que la vida entrega cuando la miras. Uno de ellos era bastante alto y de rasgos muy toscos, así que lo llamé Uga en mi cabeza. El otro de rostro claro, fino y de ojos suspicacez parecía un caballero, así que lo llamé Sir Tipo.

Sir Tipo venía de la Republica Checa. Había llegado al lugar para visitar a una dama amada, pero no pudo hayarla. ¿Porque dirán ustedes? Bueno, porque el tarado sólo la vió un momento en un tren, tomandolo hacia esta ciudad y sin pensarlo agarró el siguiente para venirse. Estupideces del amor. ¡Como la del caballero de la gabardina verde! Con todo respeto caballero: ¿Quien le dijo que esa imbecilidad pasa como cabello? Acepte que tiene más entradas que una puta de barrio hombre y deje de mentir. ¿Ven como con sus risas estupidas me hacen perder el hilo? Aaa si, ya recuerdo. Y estaba Uga, ese gigantesco hombre de cabello desordenado. El tipo hablaba con bastante censatez y se notaba un cierto acento frances en sus palabras. Eran dos en uno, una bestia gigante y temible y a la vez un elocuente hombre con el tanque de alcohol hasta la cima. Uga mostraba un ojo de vidrio. Raro ver un ojo de vidrio en esta epoca. Uno de esos que no logran mostrar nada, pero sirven. Tan reales como las tetas de la niña de la mesa 3 ¡Si tu mujer! ¿Creiste que ese par de Zepelines parecerían reales? Pfff... Ridicula. Casi tan ridicula como el mismo Uga, que intentaba llenarle la cabeza al Sir Tipo con lecturas de Cherdiane, y con la hipotesis absurda del secreto del cosmos que presenta Lady Crighton en sus "Tesis Soleras". Pero Uga seguia intentandolo. Hay que decirlo. Uga era testarudo. Un buen tipo, pero un soñador de esos que tienen el escroto peludo y caido. De esos con cojones hasta en las axilas. Suficientes para decir que el cielo es verde loro y defender su idea hasta que el propio cielo cambiara y ahora se llamara loro, y que así al llamar ese color dijieramos: Verde cielo, y azul loro.

Pero así como ambos conversaban la mierda ebullia del suelo. Uga odiaba su rostro tosco y cavernicola. Sir Tipo odiaba su finura fisica y falta de cesos. Uga odiaba a Sir Tipo y Sir Tipo odiaba a Uga, pero ambos conversaban como los mejores amigos, sin nunca haberse visto con anterioridad. Efecto Alcohol le llamo yo. Como el que podría hacer que el señor de la mesa uno se valla con Claudia esta noche. Caballero no se ría tanto. Claudia tiene un regalo bastante largo y venoso entre las piernas. Hem... Creo que debería saberlo. ¡Pero no se valla! ¡El regalo es treeemendo caballero! Jajaja. Lo siento Claudia, la verdad es la verdad. Pero volvamos... Uga y Sir Tipo cada vez conversaban más acaloradamente, siempre cerca, ambos embobados con la vida del otro. Quizas Uga imaginaba que sería de su mente en el cuerpo de Sir Tipo. Y Sir Tipo pensaba... bueno, las cosas que puede pensar un tipo tan limitado como él. El punto es que en eso que hablaban un ebrio de por ahi chocó el hombro de Sir Tipo y lo regó de alcohol. Sir Tipo se levantó enraviado!! Rooojisimo!! Como la Nariz del Jose Luis, nuestro Gerente luego de las 4 A.M. un día jueves, y sin pensarlo dos veces le propinó un puñetazo en la cara al ebrio de turno. El ebrio quedó tirado mientras Sir Tipo reía a regañadientes de haber demostrado su hombría cuando un segundo curado saltó sobre el tipejo. La rabia lo tenía totalmente invadido y antes que pudiera parpadear el segundo ebrio le rompió una botella a Sir Tipo en la nuca. Y no una cualquiera. Hablo de una de esas duras de Martini. Sir Tipo se desplomó en el suelo sangrando y ahí quedó la grande. Una batalla campal se armó en el bar y me llevé de regalo unos cuantos machucones y tres puntos en la cabeza.

Deberían haberlos visto. Nadie tenía nada que ver con otro. Ninguno conocia a ningun otro, pero de una forma u otra todos entraron rapidamente a la batalla. Destrozar vidas se volvió el opio del lugar. Mientras mas cabezas partieras más hombre eras. La felicidad brutal de la Ira corrompió a cada vecino y sin tregua destrozaron... perdon... DESTROZAMOS el lugar de pies a cabezas. Fue increible. Sentí la vida fluir como nunca antes. No como teniendo sexo, ni fumando hierba, ni contando chistes en este maldito escenario. Esta noche fui libre. Le clavé puñales de vidrio a mas de 6 hombres. Conté cabezas en el suelo. Bebí cerveza con sangre y grité como una bestia. Esta noche fui yo y ninguno de ustedes putos imbeciles del publico sabe lo que es eso. Ninguno sabe que quizas Sir Tipo y Uga pudieron haber sido grandes amigos, quizas novios si hubieran resultado homosexuales. Ninguno supo si ahí se encontraba un genio, un padre, un artista o un ser humano. Sólo fuimos manos de la Ira, solo fuimos miembros de una fuerza superior a nosotros. ¿Que mierda miras tu? Sonrían de una vez los hijos de puta de la mesa cuatro porque de no hacerlo voy a bajar y les voy a sacar la mierda.

¿EN fin, que tiene de gracioso el asunto diran? Claro, pagamos por un show con un comediante y nos habló de tragedia. ¿Pues les digo el chiste? Que eso se sintió bellisimo, tanto como para haberme preocupado en la entrada de poner cianuro en un par de las botellas de wiski que estan tomando. Tan gracioso como para haber traido este fierro con ocho balas al estudio. Tan... 1 bala! Señora de rojo se llevó el premiado... Tan gracioso como para haber desarmado mi casa y roto las ventanas... 2 y 3 balas para la mesa 4! Tan gracioso como para haber deseado seguir sintiendome hombre! 4, 5, 6 balas para los imbeciles que están corriendo antes que termine mi show!!! Tan gracioso que me quedo siendo bestia. Porque nunca había estado mas vivo NUNCA HABÍA VIVIDO HASTA QUE FUI LENGUA DE LA IRA!!! HIJOS DE PUTA LES REGALO LA BALA OCHO PORQUE LA NUMERO SIETE ES MIA!!! Tengan todos muy buenas noches, disfruten el espectaculo y bum....

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Estracto de mi libro en proceso "Monologos del pecado". Terminé mi pega, les deseo a todos felices navidades. Nos leemos pronto, y espero que hayan disfrutado este texto que francamente es uno de los que mas me gustan de mi material personal.

Tuesday, December 12, 2006

Placeres Capitales: Avaricia.



Tito no recordaba cuando había sido la última vez que había deseado algo con tantas ganas. Por la puta, nada valía tanto. El hombre descanzaba con los pies sobre la mesa de su oficina en el barrio El Golf de Santiago. Tenía un puesto y una vida admirables: 34 años, gimnasio a diario, no hijos, no responsabilidades, cabello castaño, ojos matadores, una virilidad a prueba de balas y una chequera que parecía nunca acabarse. Resumiendo: A Tito no le hacía falta nada.

Todos los días Tito se levantaba temprano para partir con un poco de Jogging para terminar en el gimnasio haciendo un poco de cardiobasculares y luego unas cuantas pesas para mantenerse tonificado. Desde la mañana, sus ternos al salir de la ducha mataban a las damas, presagiando el ya trillado hito de nuestra epoca para una noche más: Sexo casual.
Tito partia luego al trabajo, hacia unos cuantos contactos, unos cuantos negocios. Sacaba un par de fotos. Mierda, esta nueva promotora está deliciosa, y tiene un rostro de imbecil que no se la puede... Debería aprobecharme... no, no aún, hay que darle más sabor. Tito seguía el día rodeado de belleza, de poder, de control sobre cada posible asunto. En su escritorio las ideas volaban. Los proximos spots o el siguiente team veraniego se escurrian de sus dedos directos al papel. Así de rapido. Tito no era ningun genio. Pero valla que sabia lo que hacía. Nada en la oficina ni en la vida de Tito escaseaba. Nada faltaba, nada le producia nostalgia ni envidia, ni necesidad.

Para Tito la vida era color de rosas, olor a tabaco y sabor a sudor. Simple, delicioso y sencillo.

Noviembre 23.

Tito se encontraba como era común los viernes luego de una semana de arduo trabajo, Tito partía al Club Cacatua para unos cuantos tragos y conseguir alguna compañia nocturna. Esa noche parecía dirigirse en el mismo caudal de todos los anteriores. Una a una lograba cerrar ojos, rozar manos, dejar a las damas mas hermosas del lugar goteando de la entrepierna con pensar una noche con él. Pero esa noche Tito quería a una sola. Se hallaba en la tercera mesa sentada en solitario, revisando papeles y hablando por telefono. Era una colorina hermosa, quizas metro setenta de estatura, ojos verdes intensos y un rostro que desconocía imperfecciones, majestuosamente adornado con un par de labios carnosos y un cuerpo que desearía cualquier actriz pornografica. Cuando sus miradas se cruzaron, Tito se hechó a reir para sus adentros. En verdad parecia el inicio de una pelicula pornografica.

Nos saltaremos lo obvio. Tito es un caballero, y un caballero no tiene memoria (pero para que lo sepan, Susana, la dama, era una verdadera artista en la cama).

Al día siguiente al levantarse Tito y ver que la dama se había retirado aún antes, se alegró de la extrañeza. Era bastante incomodo tener que hechar en las mañanas a las parejas, así que había sido un gusto. Salió a trotar como todos los días, y al volver notó un mensaje en su velador: "Saqué la tarifa, anoté mi numero en tu celular. Un placer hacer negocios contigo"... Tito miró extrañado y al revisar la billetera notó con algo de rabia que le faltaban 80 mil. Damn. No puedo haberme equivocado así... Jaja. Mejor. Tito lo pensó bien, y recordando la noche, había valido la pena.

El día continuó sin nada. Pero por más que las cosas no habían cambiado, algo de la mujer permanecia en su cuello. Un aroma, un roce, un que se yo lo tenía preocupado. Siempre había sido él quien tenia le control. Él que sabia que podia volver a llamar y tener a la mujer pendiente de él y de nadie más. Sus mujeres, mientras las tenía eran suyas y sólo suyas. La mujer con sus tacones rojos y vestido verde paseaba en su mente. Era muy cliché. Pero que dificil era para alguien que controla su vida no controlar algo. Tito no duró más de 3 días sin tener que volver al Club Cacatua. Necesitaba poseerla de nuevo. Tito llegó al pub y la encontró tal cual el día anterior, con la pose de ejectuvia trabajando, hermosa como la otra vez, sensual, llamativa pero silenciosa. Pero esta vez era distinto. Esta vez alguien la había hayado antes que él. Era un tipo miserable. Un poco musculoso, de cabello negro, quizas 40 años, un pelele. Quizas un ejecutivo buscando acción como él. Otro playboy. Pero en este juego, Tito no hiba a aceptar otros jugadores.

Tito siguió a la dama y a su escolta hasta un motel cercano con mucha cautela. Luego de haber visto como Susana cerraba la puerta con las manos del tipo acariciandole la espalda, Tito supo que no podía dejar eso así. Ella no tenía derecho a elegir. Era suya... Suya, solo suya. Como todo en su vida. Tito sacó su estuche para ocaciones especiales del auto y subió al cuarto en cuestión. No lograba ver nada por la ventana, así que puso oido en la puerta. Reconció de inmediato los susurros de placer de Susana, pero la voz y el cuerpo que los producian no eran suyos. Tito intentó aguantarse. Pero mientras los centimetros crecían entre su oido y la puerta, los gritos de Susana subían como la espuma. Estaba destinado a no dejar de oir en su cabeza sus gritos e imaginar su cuerpo desnudo bajo él nuevamente. Los gritos se acercaban al climax, y recreaba en su mente su propio climax con ella. Ahí no aguantó más. No podía dejar a otro imbecil irse con ella. Tito y su musculatura se avalanzaron sobre la puerta y la hecharon abajo con velocidad y certeza. La mujer y el hombre no alcanzaron a terminar de gritar cuando Tito abrió el bolsillo especial para estos momentos y sacando un revolver le abrió consecutivamente el pecho al bastardo ese. Susana pegó un grito y se descurrió en lagrimas mientras Tito se abalanzó sobre ella y la hizo suya con el cadaver del bastardo sin nombre a solo centimetros. La muejer no entendia nada. Tito le apretaba el rostro con dureza y sin soltar el arma con la otra mano. Eres mía mierda. No se te vuelva a ocurrir aparecerte con otro. Sólo mía. Mia, mia, mia. Tito la golpeó en el rostro y dejó unos cuantos billetes sobre ella pagando la cuota.

Tito tomo el auto para retirarse. Se encontraba más calmado. Nadie podía tener lo suyo. El hombre en su cuarto contaba los libros del velador, los billetes de la billetera. Las manchas de placer de su cama. ¿Como había algun imbecil capaz de meterse en su vida? Tito había trabajado mucho ya para no tener que compartir su felicidad con nadie. Y así seguiría siendo. Ni con el imbecil de su antiguo colega y amigo de infancia. Ni con Lucia, su novia de la universidad, ni con Empresas, ni alumnos, ni madres, hermanos, primos, hijos ni nada. Ni su exito, ni su vida, ni mucho menos sus putas. Así había sido siempre y así siempre hiba a hacer. Tito tenia su vida. Lo suyo. Y en esa vida, ni la hoja de un arbol podía caerse, a menos que Tito así lo quisiera. Porque esa hoja que cruzó su mirada... Esa hoja era suya. Suya y de nadie más.

Wednesday, December 06, 2006

Placeres Capitales: Orgullo

Siempre odié a esa gente que se la pasa en el espejo. ¿Para que tanto mirarse, tanto arreglarse? La mona, aún vestida de seda, mona se queda... o algo así. Pero por más que me causaban asco, no podía dejar de envidiarlas. Quitarle importancia al resto de la vida sólo con unas miradas es simplemente un don. Algo que claramente, nunca he podido hacer.

Recuerdo esa noche. Habíamos planeado salir con unos contertulios a divertirnos. El esparcimiento no era algo que me diera el lujo de hacer, así que esperaba esa noche con ansias. Me habían encargado conseguir los papelillos, pero luego de una rencilla con las lecturas del pulento decidí que podíamos fumarnos Las Bodas de Canaan. Total: si Jesús había vuelto el agua en vino, yo podía volver su palabra un pito. En fin. Llevé algunos versículos cortaditos ya a la perfección para envolver la noche y luego de habernos reunido, caldeamos emociones en la calma de la hierba. Dentro del momento divagamos bastante: Que la vida es una mugre, que la sociedad esto, que la masa aquello. Todas esas cosas que cuando uno se ha letrado lo suficiente son claras para la vida. En esos momentos era más claro en mis pensamientos y era fácil sacar una conclusión a todo lo que me molestaba: Me hacia rabiar la ineptitud.

Era claro. Tenía miles de recuerdos en los cuales la ineptitud me había hecho hervir la sangre. Recordaba a mis “brillantes” alumnos intentando decirme que el plano cartesiano era erróneo. Recordaba a esas niñitas rubias de 1º medio que no podían entender el teorema de Pitágoras. Cretinos enanos, no parecen más que duendes, no le han ganado a nadie y andan por ahí despilfarrando billetes y creyéndose los reyes del mundo. Me repugna su orgullo ciego. Pero un recuerdo, que pensé se había desvanecido, cubrió mi mente esa noche... ¿Qué sería de ella?

Cuando hablaba de ella, me refería a una dama que fue parte de mi vida. Una novia más como tantas otras que tuve pero que de una u otra manera en un corto tiempo marcó un antes y un después. Recuerdo que ella era una silueta. Un traspié onírico en una vida de tormentosas pesadillas. Era un descanso en el temblor. Recuerdo que de un día a otro ella decidió que debía sacar su lengua de mi boca y yo mi mano de su falda. Fue un día como cualquier otro. Pero lo que me sorprendió y creo que cambio las cosas fue su razonamiento. Ella había sabido hundirse en el fango con clase y luego miraba todo desde ahí, con los ojos embarrados. Desde ahí un agujero negro se cultivó en su pecho y se comió todo. Incluso mi corazón. Fue una tragedia epopéyica. Pero en fin, todo lo malo algo bueno lleva y gracias a ella aprendí a separar amor de pasión. La ecuación se hacía mucho más clara si sacabas el amor del lugar. De hecho, habiendo sacado el amor del estratagema tuvimos un par de encuentros fogosos y esporádicos en la vida, pero de un día para otro no supe más de ella... Y no me importó. O eso pensaba.

Pero esa noche, el efecto de la marihuana me hizo querer saber de ella. Tenía unas ganas locas de saber que era de su vida. Me picaba el alma. Necesitaba saber si en verdad 2+2 eran cuatro en este caso. Así que me despedí de los otros docentes, me subí al auto y prendí el buscador del auto. “Busca a Macarena Garrido” La voz sensual que tenía programada en mi buscador me pidió que me relajara y el buscador halló pronto su dirección. Puse el piloto automático y partí en esa dirección pensando, echado en el asiento. ¿Qué le iba a decir? ¿Después de tantos años que podía decirle? Quizás ya no me provocaría nada. Probablemente su sedentarismo le habría pasado la cuenta. Tendría unos kilotes de más, muchas arrugas cubriendo su sonrisa y unos cuantos mocosos detestables viviendo con ella. No sabía para que iba. Pero necesitaba ir.
Recorrí Santiago y llegué finalmente a un barrio residencial como muchos otros. No muy lujoso ni muy ridículo, en las afueras de la antigua Las Condes. Detuve el auto y seguía preguntándome que mierda iba a hacer ahí. Ella ya no me correspondía ni yo a ella. Ni pensaba ir a verla para sacarla de su vida como un héroe medieval y llevarla al paraíso. Sólo... Sólo quería saber que había sido de ella.

Toqué la puerta esperando a alguna fea y gorda anciana abrir. Pero ahí estaba ella. Tan radiante como siempre. Cabello negro y los ojos casi tan oscuros como su corazón. Claro que era ella, de hecho seguía siendo hermosa y de sólo verla se me erizaron los pelos. Al tenerla en frente no supe que decir. Intentaba pensar cual sería una buena frase del tipo “hey, quizás no lo recuerdes, pero hace 20 años fuimos novios”, pero ella abrió la conversación cuando su rostro pareció descomponerse en una sola palabra: “¿Arturo?”. Créanme, nunca me había sentido tan bien de oír mi nombre.

Me invitó a pasar y vi que su casa era como la había imaginado. Sencilla, acogedora, elegante a la vez y con hartos juguetes dando vueltas. Noté en el hall principal fotos de ellas con quien supongo que era su marido y 2 pequeños que los adjudico como hijos. No fue un golpe ver eso, pero de todas maneras tenía la pequeña esperanza de... bueno, ustedes saben. Comenzamos a hablar de la vida, me presentó a su hijo mayor, Antonio de 16 años, y al otro no porque se encontraba durmiendo. Hablamos horas, cordialmente, pero siempre a la defensiva, esperando cada uno un ataque violento del otro, como si reconociéramos malas intenciones. De pronto cuando le pregunté si era feliz (frase que claramente vomité sin pensar), su rostro pareció hundirse por unos instantes y luego resurgió del mar para entregarme un convencido si. Si, soy muy feliz, tengo un gran esposo y hermosos hijos, así como una buena oficina en donde puedo trabajar en paz...blablabla... No pude creerle nada. Le miraba los ojos, y notaba el mismo vacío silencioso de 20 años atrás. Algo no andaba bien. Debí preguntarlo con dulzura, pero al verla responder mis instintos reaccionaron y me levanté campante para enjuiciarla como en los viejos tiempos: “No, no eres feliz”. Ahí su rostro cambió, no se si habrá sido porque descubrí su fachada o porque se sentía ofendida, pero la conversación se puso seria, airada, furiosa... Nuestros orgullos chocaban en el aire rompiendo muros y coberturas. Que como era yo capaz de llegar ahora y decirle que no era feliz, que quien me creía, que como osaba interrumpir su vida, que que sabia yo de felicidad.... El ataque fue certero y al punto así que opté por tomar mis cosas y dirigirme a la salida. Pero de pronto tuve la necesidad de tener la última palabra:

-Si fueras feliz estarías conmigo. (Si, eso también lo vomité sin pensarlo)

Ella me miró con un rostro burlesco y sobresaltado, como el de cualquier persona a la que le dicen bájate los pantalones porque te meteré un extintor. Se rió en mi cara. “¿Que te crees por Dios? ¿El mejor hombre del mundo quizás? ¿Un espécimen perfecto? No seas imbecil. No sólo puedo ser feliz contigo tarado.” La miré un par de segundos. Mi confianza había vuelto, la había visto mirar a cualquier lado menos a mi cara cuando dijo eso y comprendía sus gestos.

-Me malentendiste... No digo que hubieras sido feliz conmigo. Digo que si fueras feliz, habrías vuelto conmigo.

Al decir eso su rostro pareció desarmarse. Quizas había entendido lo que quería decirle, quizas no. Pero eso no era de mi incumbencia. Creo que el día que ella muera moriré yo, pero lo que suceda de su vida a mi no debe importarme ni un rábano. Ella se negó al mundo. No yo. Ella podría buscar la felicidad con cualquier hombre que quise, a mi me daba igual. PERO ME DOLÍA EL ALMA QUE QUIZAS NO ME HUBIERA ENTENDIDO. Que quizás no hubiera entendido lo que quería decirle. La felicidad no estaba en encontrar a la persona adecuada, sino que la persona adecuada se encontraba cuando uno ya era feliz. Eso quería explicarle, le hubiera arreglado la vida. Pero su vida ya no era de mi incumbencia. Su tristeza no me tocaba. Era otra más. Otra más de la masa imbécil que daba vueltas de un lugar a otro creyéndose dueños de la verdad. Creyendo que lo que decidieron siempre fue lo correcto. Creyendo que sabían lo mejor para ellos mismos.

En fin, cosa de ellos. Nunca aceptara, ni ella ni nadie, que el único que tiene la razón en la puta vida no es Dios, ni sus conciencias afectadas, ni su mirada limitada. El único con la verdad soy yo.

Punto final.

Saturday, December 02, 2006

Placeres Capitales: Pereza


No necesitaba levantar la mirada para poder ver su rostro entumido por la pena. ¿Que quería que hiciera? Estaba cansado, me daba una soberana lata sacar la cabeza de la almohada sólo para ver su rostro mojado y confundido alejarse con gritos y un portazo de mi vida. ¿Para que molestarme? No tenía nada nuevo que decirle, seguía pensando igual a como lo había hecho toda mi vida, y obviamente opinaba igual que hace unos cuantos minutos cuando se volvió una perra. Si, lo dije, la amé, pero eso no le quita el derecho totalmente aceptable de que se haya vuelto una perra de la noche a la mañana.

Sofía no era la misma. Había cambiado de un momento para otro. De haber dado todo, de haberse entregado de pies a lengua pasó a un oscuro estado estatico. Verla resultaba casi una tortura... No imaginan lo increible que es ver en el cuerpo de una persona querida, a un espiritu totalmente nuevo, en verdad nadie lo imagina hasta que le pasa. Su nueva vida la habia cambiado, y por consiguiente me había cambiado a mi. Ya no necesitaba salir para conseguir cosas, ella era el nuevo sustento del hogar. Toda mi vida habia deseado un momento como ese. Hacer nada, y vivir feliz y tranquilo. Pffff.... ¡el sueño del pibe! Así que a eso me dediqué: Saqué las cervezas, olvidé la ropa, protocolos, formalismos, costumbres y demases; tomé los cigarrillos, unas cuantas revistas con horarios televisivos y me instalé a ver el endemoniado aparato.

Así pasé... Siendo honesto...mmm... ¿13? ¿14 dias quizas? Y creanme, mientras más experto me volvia en el arte del ocio, menos la disfrutaba. Los cigarros comenzaban a provocarme tos compulsiva, la televisión y la cerveza me tenían los ojos rojos, y la falta de movimiento o actividad neuronal me tenía completamente adormesido las 24 horas. Así que opté por lo sano... Si hacer muchas cosas causaba esos males: Quizas no hacer nada sería lo mejor.

Me puse de espaldas en la cama mirando el techo, contemplando la nada. La verdad, no aguantaba la tentación y prendia unos cuantos cigarros mientras hacía nada. Llegaron mil ideas a mi ahora espaciosa cabeza: Leer unos cuantos libros, llamar a un fono putas para cubrir el espacio de mi mujer, incluso crearme un blog y hablar de literatura un rato, pero de alguna manera... esas cosas que antes me llamaban simplemente ya no tenían sentido. Ninguna me motivaba tanto como para realmente hacerla.

Así pasé 2 días más.

En algun momento que desconozco y no quiero conocer, hasta los cigarrillos del mesón se encontraban muy lejos como para alcanzarlos, mi cuerpo parecía fundido con la cama, no hacía mas movimientos que para ir al baño y de pasada acercarme un poco los cigarros, pero finalmente comenzé a disfrutar de aguantar lo más posible sin ir a pegarme una cagada o una meada. Estaba tranquilo, en equilibrio de mi, conmigo mismo y yo. Ahí fue cuando Nosotros, (yo, yo y yo), comenzamos a tener serias conversaciones sobre la vida, sobre que hubiera sido si... Es decir, ¿Alguna vez se han puesto a pensar cuantas veces pudimos hacer otra cosa? ¿Que sería de tu vida si lo hubieras hecho? Pues aparentemente yo y yo junto conmigo mismo, nos encontrabamos rumbo al cielo, analizando lo que yo y ellos y mi persona habían hecho de sus vidas... lo exquisita que era la tela egipcia de la cama, lo dificil que se volvía respirar con la almohada en el rostro, los gritos estupidos de Sofía diciendome que me fuera, que hiciera algo, los bailecitos de can can de las colillas de cigarro sobre la alfombra, el encendedor llevandose el periodico de hace 3 semanas a puro humo. Sofía gritando y tironeandome (la muy perra), el olor increiblemente fuerte a cigarros siendo que llevaba dias sin fumar, el calor de la pieza, la risa de yo mismo, mi cabeza en la almohada y finalmente...

Ufff... Un bostezo intentó salir de entre mi boca y la almohada, y el humo llenó mis pulmones.
Finalmente no quize hacer nada. Y yo, yo y mi persona, nos reimos como tontos, sin exhalar, sin hacer ruido ni mover la boca claro... porque era mucho trabajo. Sólo descanzar.

Friday, December 01, 2006

Amores Platónicos


No se porque, pero siempre odié a esos estupidos que hablaban de amores platónicos. Siempre claro partiendo por Platón mismo. ¿Que de amor tiene mirar y no tocar? Como humano cualquiera, encontraba simplemente estupido pensar que se podía amar sin recorrer un cuerpo con las manos, sin saborear cada curva, sin lamer cada centimetro de piel y conocer cada rincón de la otra persona. Pero simplemente despues de más de 2000 años, siguen hablando de la imbecilidad esa de los amores platónicos.

Recuerdo que estaba terminando de dar un taller sobre sexualidad y el poder de ella en Barcelona. Zara Croyer, la tremenda periodista del periodico "El Hispano" había hecho una crítica en forma de loa a mis talleres y no era para menos. Lo que hacía ahí era para inspirar a cualquiera. Poder mostrarle a otros cuarentones perdidos por la vida que el sexo era no solo un placer, sino tambien una terapia, una fuerza para escalar en poder, una adicción y un deber, había revolucionado las rotativas amarillistas de la semana y aparentemente el cierre sería monumental con más de 2000 asistentes a la charla. Tragaba saliva de solo pensarlo casi atragantandome por mi llegada sublime a la grandeza mediatica. Eso quería, pero ahora que lo tenía resultaba un plato bastante engorroso para disfurtarlo... De esos que se comen sólo, y viendo alguna tontera en televisión.

Estaba por comenzar el último taller. Quedaban casi 3 horas y todos preparaban los detalles finales, en el Anfiteatro de La Unión. Estaba repasando mis diapositivas para dar lo mejor posible la charla cuando una jovencita de no más de 25 años apareció en mi camerino. Rubia, como de uno setenta, cuerpo formidable, un rostro de claras intenciones promiscuas con el teorico sexual del momento y una copia de mi libro para ser firmada. La hubiera despachado fuera del cuarto rápidamente si no fuera por su desconcertante belleza. Era de esas mujeres de las cuales o la mandas o te enamoras. Y como este negocio es solitario opté por la primera opción. No necesité más que unos cuantos comentarios alagadores, hablar un poco de mi materia, la sexualidad, la vida, la sexualidad, el trabajo, la sexualidad y el sexo... Calló a los pocos minutos. 24 minutos para ser exacto. Y todos sabemos como nos prende a los latinos el acento español. Esa sensual manera de contornear las palabras, de votarlas con sensualidad y delirio, esa maldita sensación de que la dama desea comerte vivo pero a la vez produce un eclipse en tu cabeza....

Como siempre le dí lo que cualquier mujer hubiera deseado. Sexo. Sensual, brutal, descontrolado, pero con cálculo, un toque aquí, una mezcla de los puntos 3,5 y 7 y terminó gritando como nunca lo hará en su vida. Le pedí a la dama que se retirara cuando tuve que seguir repasando. Y bueno, en verdad no necesitaba repasar mucho, un buen revolcón siempre me refrescaba el tantra, la teoría del sexo practico de Stuart Rogers y los puntos de sensibilidad femenina de Silvina Ortega, pero la verdad es que siempre despues del desahogo, un buen cigarro y un rato a solas escuchando a Gardel me dejaban en el cielo.

Al poco rato la charla comenzó.

Al subirme al escenario y hacer todo mi show miraba los rostros de los hombres... eran patéticos. Diferentes edades, diferentes formas y estilos, y todos igual de perdidos en el plano mas importante de sus vidas. Todos anotaban hasta los respiros que yo tomaba para detenerme de hablar de la sensibilidad en la base de la espalda femenina y pasar al punto 4, los puntos bajos. Cuando llegué a las piernas del tema vi como las mujeres cambiaban el cruze de las suyas en clara señal de exitación comprimida. Una pena ellas tambien. No sabían nisiquiera como presentar sus necesidades, a los pelotudos esos. Con razón el sexo se ve en el mundo como algo casi pribado... Claaro, si tantos no lo hacen bien, es sencillo hacer creer a todos que es algo malo.

Terminando de hablar de los roses en el interior del muslo, la niña con la que me había mandado el revolcón del día se había subido silenciosamente al escenario con un pase de prensa. Aparentemente era reportera la dama. Intentaba enfocarme en lo que debía decir, pero noté que su rostro estaba rojisimo, el rimel corrido hasta las mejillas y su labio tiritaba con descontrol. Me preocupé, pero intentaba controlarlo tal cual a las potras perdidas en mi viaje a Ecuador. Pero la sensación de que algo andaba mal se había clavado en mi como una astilla en el culo y sentía que no podía continuar sin saber que demonios pasaba. Había tenido a muchas mujeres... Sabía cuando les pasaba alguna mierda.

La niña se abrió paso en el escenario mostrando no una camara sino un arma de fuego. La gente pronto perdió la razón de su estadia y pegaron gritos de descontrol al verla llegar a mi lado y apuntar a mi frente. No tuve tiempo de apagar el microfono y los gritos de la niña se escuchaban a la lejanía.

-6 años!!! 6 años que esperaba conocerte!! Seis malditos años en que quize saber si todo lo que decías era cierto!! Y sabes que? Es cierto!! Lo sentí, te tuve dentro ostia!! Supe lo que era verdadera felicidad por un instante!! Pero tengo 26 años!!! 26 años!!! Y ahora que?? Ahora que hago?? Se que no existe ningún tarado que lo haga tan majo como tu!!! Hijo de perra!!!

La niña repetia y repetía y me apuntaba con esa arma... sentí atacada mi masculinidad con esa arma de fierro. Siempre el que tenía el poder era yo. Nunca ellas. La niña se desarmaba, yo intentaba decirle que siempre habría otro, que siempre podría haber uno mejor (SIN CREERLO EN SERIO CLARO), hasta que con una lagrima morada como su rimel se despidió con un balazo perdido en su propia cabeza.

Mierda!!! Ese si que fue un cierre para mis charlas en España!!! Era triste ver a una niña tan joven perdida, pero seamos francos:
Habiendo sentido el verdadero placer de la vida... habiendo conocido el fin ultimo... Que nos queda? Si despues de haber perdido al verdadero amor la gente se siente acabada, porque no pasaría lo mismo con el verdadero climax sexual? Igual la tontera de esa niña me dió gran publicidad. Pasé de ser un profesor, a una cuasi arma biologica. ¿Increible no? Que por haber llegado a la perfección en algo, te teman. Por eso no creo en los amores platonicos. Porque el amor platónico es simplemente no querer morir. No desear el fin. Es vivir para vivir sin haber vivido. Esa pendeja tenía un amor platónico: "amaba el orgasmo" y luego de haberlo tenido en el momento justo, de la manera adecuada, y con la persona soñada, pues simplemente hizo lo correcto. No tenía otra razón para seguir.

Zara Croyer, la reportera de quien les hablaba escribió luego del tragico incidente un comentario muy bueno en su columna sobre lo sucedido, y que me hace recordar porque detesto que la gente no viva y tenga una vida "platónica" ese vivir sin vivir: "En un acto descontrolado, una fanática terminó con su vida en la última charla de José Cirmento en Barcelona. [...] Pero por mucho que nos duela, debemos aceptar lo honesta que fue con la vida. Si su amor maximo se encontraba entre sus piernas, entonces había conocido su razón. ¿No es lo que deseamos todos? ¿Haber cumplido nuestros sueños a cabalidad? ¿Y luego de eso que queda?" ...........
.......

A la columna de la señora Croyer yo le agrego una respuesta:

¿Que queda despues de haber cumplido tus sueños?
Pues la posibilidad de conocer el final de los cuentos... lo ridiculamente sin sentido despues de los climax, o una heroica muerte en tu momento más alto. Si hablamos de pasión... prefiero mil veces quemarme como ella con un solo fuego, que no volver a ver nunca más otra estrella fugaz.

Tuesday, November 28, 2006

Segundo Asalto



Sabía que no podía detenerse. Lo tenía muy claro, pero no lograba moverse. Los flashes y la nubocidad de sus ojos lo detenían sobre su cansancio. No era tanto el golpe. Simplemente eran los muros. Esos malditos muros. No podía entender como se adelantaban a sus pasos, segundo tras segundo, apareciendo en un destello cada vez que su brazo pensaba adelantarse al cuerpo o cada vez que otro brazo venía en su encuentro. Era imposible mantenerse así. Roberto lo sabía. Sabía que la primera regla del boxeo era dejar la mente en blanco, pero era simplemente imposible con esos flashes de mierda, sobreponiendose como una generación espontanea. Cataplum!!!! Así de rápido, así de volatil, Así de.... Jab en la cara, eso dolió... Roberto no podía concentrarse, pero a la vez no podía desconcentrarse. En el momento en que su mente se enfocaba en poner la mano donde la piel se veía roja, una de esas mariconas luces blancas lo detenían, lo devolvían a sus sueños, a esas veces cuando Matilde lo cuidaba, cuando le rogaba no seguir, cuando jugaba a ser luchador, a ser arquitecto, o astronomo y actor famoso a la vez. Todo a la vez, ahí estaba, ahí puedo oler casi como si fuera ahora esos bollos recien horneados de ma... Jab en el estomago, por la puta... otra vez concentrado. No había forma de huir, pero tampoco podía quedarse. Roberto se mantenía firme, esperando que una luz más lo llevara hacía alguna parte, esperando a que un golpe más lo enderezara de una vez.

Un muro, o una puerta. Ambos sin orden, sin tiempo, sin un punto fijo. Y eso que intentaba hacer algo... Jab. Pero esta vez de Roberto para el moreno... Uno más, otro, otro, leche caliente, otro, bandeja, jab, en el rostro, cachetada, golpe bajo, otro, sangre en la nariz, otro, lagrimas, un flash. Otro golpe, y luego otro flash y pronto la campana sonó. ¡¡¡Ting Ting Ting!!! El ganador levantó el brazo limpiandose los mocos. Otra vez ha derribado a su hermanito, su madre lo reta, Roberto entiende que no debe hacerlo. Pero resulta tan tentador...Jab, es decir cachetada... Sabe que no debe volver a hacerlo, pero se siente tan bien. Como si la maldita sangre hirviera!! Ahí, en el ring, su hermano se mantiene tendido. Roberto levanta el cinturón. La gente aplaude al victorioso hijo de perra. KO. El asalto a terminado.

Tuesday, November 21, 2006

Por la puta!

De mi único hijo no saqué más que malos ratos. Es simple. El hijo de su abuelo es un imbecil. Y criado con un imbecil no cabía otra posibilidad que seguir el mismo sendero. Día tras día, el genéticamente imbecil hacía cualquier cosa posible por sacarme de mis cabales. Rompia mis libros, borraba los avances que hacía en el computador, decía pelotudeces frente a mis mujeres y siempre... siempre encontraba la manera de cagarme el día. Creo que no puede esperarse menos. El pendejo idolatraba a su padre, y siendo así no podía esperar menos. Todo un molde de mi persona. Creo que el chiquillo sólo deseaba calzar en mis zapatos y a momentos simplemente los rompía superando al original. Una mierda. Por la puta! Porque había salido tan a mi? Me rompía la cabeza día a día tratando de imaginar alguna manera de ponerle freno, pero mi orgullo de halcón no me permitía dejar de ser un pendejo sobrecrecido con unos cuantos fanaticos en el globo. No había caso... Así que opté por lo sano.

No pasaban las 3 de la tarde. Lo se porque me habían soltado del trabajo y en la ventana de mi escritorio la luz me llegaba justo en la cara. Por la puta! Odio esa lucecita que intenta gritarme a diario que he consumido otras 24 horas!! Tengo claro que los días pasan, y que no lograba acabar de una vez con mi demonio externo. Ese tuberculo de mi mierda. Ese día el pendejo llegó. Había ganado un concurso de cuentos. Me sorprendió un poco que dentro de esa mente cochinamente brillante hubiera ideado algo fuera de torturarme como para ganar algún premio. Ese día estaba más agradable de lo común. Se sentó calmadamente a contarme del premio, de la plata, de sus ganancias, de lo mucho que deseaba independizarse (el pobre iluso) y que ya con 15 años no quería ni terminar la escuela, ya había descubierto lo suyo.

Ahí me dió el golpe de gracia.

El pedazo de mierda me mostró su galardonado escrito. Era bueno, de hecho era bastante bueno. Era algo que yo mismo hubiera escrito. De hecho era algo que YO MISMO HABÍA ESCRITO. Lo miré con furia.- Pendejo de mierda!!!- le grité sin pensarlo al ver que se había robado un capitulo del libro que estaba escribiendo y que llevaba 4 meses en proceso, y lo agarré de ese huesudo cuello que ostenta con holgura. Lo zamarrie de un lado al otro. Le grité de todo lo que tenía en mi basto repertorio (cosa que a esa altura, rodeado de criticos, era bastante) y lo puse contra el balcón del departamento. Mientras hacía presión hacia afuera lo miraba a los ojos y crecía en mi las ascuas del odio. Se encendieron en mi todas las fraguas del infierno. Creo que Lucifer mismo se hubiera hecho en sus faldas su me hubiera visto odiar esa dantesca visión. Veía sus ojos saltones llenos de risa. Lo estaba ahorcando pero reía. Reía al ver que reconocía mi propia inmundicia en su mirada. Que lo que él hacía era sólo lo que había emulado de su idolo personal. El hombre que lo intentaba alejar del suelo. Hize todo el esfuerzo posible y con un empujón fuerte voté al pendejo de mierda por la ventana. Por la puta! Lo hize. Lo hize finalmente. Me liberé de ese espejo de odio. Me desencadené de esa podrida comedia que me había otorgado el destino. Escuché su grito al caer, los casi 4 segundos que demoró en dar con el suelo. Entré a mi estudio. Tome una enorme bocanada de aire, como el postre luego de un gran banquete, y me senté nuevamente en el computador. A seguir con mis cuentos. Mis cuentos de mierda.

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