Segundo Asalto
Sabía que no podía detenerse. Lo tenía muy claro, pero no lograba moverse. Los flashes y la nubocidad de sus ojos lo detenían sobre su cansancio. No era tanto el golpe. Simplemente eran los muros. Esos malditos muros. No podía entender como se adelantaban a sus pasos, segundo tras segundo, apareciendo en un destello cada vez que su brazo pensaba adelantarse al cuerpo o cada vez que otro brazo venía en su encuentro. Era imposible mantenerse así. Roberto lo sabía. Sabía que la primera regla del boxeo era dejar la mente en blanco, pero era simplemente imposible con esos flashes de mierda, sobreponiendose como una generación espontanea. Cataplum!!!! Así de rápido, así de volatil, Así de.... Jab en la cara, eso dolió... Roberto no podía concentrarse, pero a la vez no podía desconcentrarse. En el momento en que su mente se enfocaba en poner la mano donde la piel se veía roja, una de esas mariconas luces blancas lo detenían, lo devolvían a sus sueños, a esas veces cuando Matilde lo cuidaba, c...