Todos los cuentos son ficticios; la mierda, sumamente real.

Saturday, October 06, 2007

Entierro indefinido


A un vivo moribundo





Como la estrellas que transitan un orbe indecoroso, por ahí, entre pasajes deconocidos, se esconde la silueta de un hombre que vivió la muerte... y murió en vida.


Sus ojos destellaron por última vez unos meses antes, su cuerpo se aferró a la vida como una vil sanguijuela que no dejaba partir a su alma. Fueron instantes eternos los que dislumbró el camino y no se atrevió a seguirlo. Fueron respiros infarantes llenos de rabia, llenos de ira contra una vida que Dios quitaba con una sonrisa en el rostro.


Decidimos enterrarlo tiempo antes a que muriera. No podíamos hacer esperar más a la vieja chascona con su escoba polvorienta. Estaba ansiosa de limpieza y nosotros pulimos el camino.


Así que sin pensarlo mucho le propinamos un merecido adios al señor iluminado que alguna vez nos clavó sonrisas, le dijimos adios al monarca de un tiempo distinto, a una luminaria de confianza de esas que ya no existen. Uno de esos soñadores que el tiempo ha decidido quitar de nuestras manos y grabar en nuestras almas.


¡Salve Octavio! Hoy tu nos dejas... y yo prosigo con tu obra, yo prosigo con tu esquela, con tus sueños, con tu risa, con tus hijos, con tu empresa, con tu nombre, con tu historia. ¡Salve Octavio! Porque aún deseandolo, no serás olvidado.


Tu nombre oirán los terminos del mundo, cual leyenda de Polifemo. Serás eterno en las bandejas, en los rincones, en los silencios y en mi nombre. Mi nombre. Soy ese que burla con respeto tu doctrina de quimera indeseada pero solemne.


Hoy te lloraré en silencio... Con la inseguridad del silbido, con los improperios de la otra cuadra.


¡Salve Octavio!

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