Todos los cuentos son ficticios; la mierda, sumamente real.

Monday, April 23, 2007

Guiñando a la noche.



Mirando la noche ser llevada de derecha a izquierda por un viento histérico, me pregunto en solitario sí la candelaria miraba por el mismo vidrio.

El frío semblante de la noche no tardó en lanzar una respuesta franca y directa a mis dudas. Ahí fue que una pequeña ave golpeó mi ventana, y cuando digo golpear, no digo dulcemente, sino que con un crudo choque que pensé la dejaría aturdida, pero que al día siguente renombre como causal de muerte. Que ignorante el pajaro chillón que se interpuso entre la noche y yo. Me pregunto si quería darme un sencillo aviso. Quizas necesitaba ensartarse en mi corazón y salvar al mundo con mi muerte. Quizas necesitaba negar su vida y negar el viento... Quizas el vidrio lo embaucó con un ojo ciego de corazón.


Llegó la mañana y decidí pararme en el tejado. Ahí apunté sin miedo al viejo bastardo en visita. "You are going down little Yanki... so down". Diez segundos para enfocarlo correctamente y chiium: Disparo silenciso, licensiado y certero. Adios don Bush.


Me pregunto si esa ave tenía algo que decirme. La noche sigue siendo tan fria como antes cuando no nos bombardean, la ventana sigue siendo golpeada pero por las vibraciones de batalla. Ahora tomando mi café me pregunto si ahora no intentará una rama, una abeja o avestruz cumplir el acometido.
Imagino que no.

Wednesday, April 18, 2007

FIESTA


Una vez hubo una fiesta en mi casa.
Bailó la cereza con el tocino, la lujuriosa con el desarmado, el tercero con la onceava, los nocheros con las ligeras, Margarita con Arturo.
Luego de unas copas todos se perdieron: La gitana en el desierto, el rapero en un arbusto, la del barrio alto en el sillón de peil, la botella bajo el macetero y el serrucho dentro del vaso.
Creanme... En esa fiesta se robaron hasta el aire.
Por eso la repito.

Monday, April 16, 2007

Somos hombres

Y POR ESO, NO LIBRES


Para comenzar debemos definir lo que el hombre es: “El ser humano es un animal racional”. Partiendo de esta hipotesis de conocimiento popular, podemos definir y demostrar el porqué de lo calculable del comportamiento humano y la ilusión que singifica la libertad.

Visto desde este angulo, es entendible que el hombre es una composición de dos condiciones de diferentes dimensiones. Por un lado, tenemos su cualidad de animal; y en el otro, la razón. Lamentablemente lo que muchos no aceptan es que tanto la una como la otra son condiciones pre-definidas y que como resultado de esto, cualquier comportamiento humano, del cual se posea completo conocimiento, puede ser predecido.

Veamos ambos ángulos.

Por un lado la realidad biológica y animal del ser humano, su realidad física y tangible como animal, vertebrado, mamífero, bipedo, omnivoro y adaptable. La realidad animal está ligada al seguimiento de los impulsos biológicos básicos y por esto el comportamiento animal es regido por la persecución de placeres y necesidades físicas, sumado a la autoconservación del individuo y la especie, alejandose de los impulsos que provoquen sensaciones negativas. De esta manera el comportamiento animal es la continuidad de un patrón de conductas ligados a los instintos básicos.

Por otro lado, tenemos la razón humana. La razón de la que hablamos y de la que nos jactamos los hombres, son una serie de comportamientos que superan los impulsos biológicos y nos permiten conectar dos o más fenómenos aislados creando un patrón o conducta lógica que supera su realidad inmediata y tangible. Al ser la razón un comportamiento que trasciende a las capacidades del hombre, se le atribuye una realidad diferente, “divina” de hecho.

¿Dónde están los errores de esto?

Mucho se dice que siendo la razón, un patrón lógico de “A es a B y B es a C, entonces A es a C”, es lo que vuelve al hombre único, individuo e invaluable. Francamente es al revez. Un ser humano llevado por la lógica siempre actuará de la misma manera, ya que la lógica y el razonamiento siguen patrones comunes. Los que aceptan la razón como un patrón fijo y calculable apelan a las pasiones y el instinto como el factor de descontrol del ser humano. Pués ellos deben recordar que los instintos y las pasiones son factores que responden a las necesidades del cuerpo, a las busquedas biológicas del ser humano y por consiguiente son calculables, activables y apagables respondiendo a cantidades de químicos en el organismo o a la satisfacción de los impulsos del tanatos y el líbido.
Habiendo definido los dos puntos anteriores, resulta ilógico postular de una u otra forma que el hombre es impredecible. Si ambas dimensiones del comportamiento: la biológica e instintiva, como la racional y lógica, son calculables, entonces ¿donde queda la libertad o el impulso que hace a todos los humanos diferentes? ¿No es acaso nuestra unicidad, una suma de vivencias y conocimientos adquiridos? En este caso, nuestras diferencias como individuos desaparecen irremediablemente cuando nos encontramos con una situación completamente controlada en la cual tengamos tanto los factores biológicos como los fenómenos sociales calculados. Sencillo y claro.

Luego de esto llega un tercer frente que intenta defender la libertad y la gloria del ser humano, pero esta vez apelando a una fuerza que no responde ni a las leyes de la lógica ni de la física. Hablamos del postulado de Dios.

Respecto a este tercer postulado para no alargar el tema ni creerme un elocuente doctorado o letrado en el tema, respondo con sencilles: Si Dios nos creó a todos, y todos poseemos la misma chispa divina, ¿porque habríamos de comportarnos distinto? Si Dios nos creó a su imagen y semejanza ¿Por qué habríamos de funcionar de una manera distinta a la de su naturaleza?

En fin, espero que esto simplifique mi postulado inicial.
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Razonamientos de una clase de Política social.
Visiten Mi nuevo proyecto, comenzó. Finalmente comenzó....

Sunday, April 08, 2007

La dama desconocida

Que jamás conoció




La dama caminaba descuidada pensando en quien sabe lo que la vida le entregaba. Él miraba e intentaba entender lo que pasaba por esa extraña cabeza. ¿Extraña porque? El tipo no la conocía. No sabía su edad, su dirección, teléfono o tendencia política, pero con sólo mirar como cada uno de sus pies se ponía frente al otro, sabía que había algo extraño ahí. No sabía que era. Quizas era como su pelo se mantenía quieto frente al viento, quizas como miraba la nada cuando fumaba, quizas... quizas simplemente... no era nada.


Un día más, un día menos, y el joven atentaba contra las reglas básicas de protocolo mirandola bajo unos lentes negros intentando entender su duda. Ella conversaba concentrada, perdida en una lúdica ajena a quien estuviera a más de 3 pies de distancia con alguna persona irregular. Él sabía que ella estaba conciente de que la miraban. Ella no hacía nada y jamás sintió la mirada indolente del joven. Ella caminaba pasando los paramos con un cuaderno en la mano y un atuendo tan extrafalario como su persona, su mirada estaba perdida entre mañana y ayer y no se encontraba con las ilusiones del ahora. Él era parte de ahora y aún caminando a metros ella no notaba cómo su mirada cautelosa interrogaba a cada paso que dejaba en el pavimento, cada hoja seca que rozaba sus hombros, incurriendo sin respeto en meticulosas proyecciones de lo que ahí veía.


Él soñaba. Ella ignoraba ser un sueño.


Él permutaba respiraciones dentro y fuera del agua, intentando mantenerse a flote y no caer de lleno en los brazos de un morfeo ciego. Él veía a una mujer independiente, con mucha vida encima. Quizas era floja. Definitivamente intelectualoide como la gente que a él tanto le desagradaban. Silenciosa, capaz de hacer a un muro darse vuelta, pero aún más ofuscada que una clásica aguja en el motor de un auto. Ella parecía haber despegado de la tierra. Un modelo 88, hermética, apasible... Pero tan explosiva como la polvora, tan terrena como el mismisimo barro.


Ella caminaba despistada, se sentaba tranquila, conversaba, fumaba en silencio alternando risas con miradas democráticas sobre quienes le dirigían la palabra. Ella era silenciosa, bajo perfil por decisión personal. De gustos refinados, añejados por una vejez impreterita. Insoluble, calculadora al vacio, tan mental como lo que no imaginaba, como ese mundo que le era ajeno. Tenía melodía en su respiración, aspiraciones a ser ella, una negación rotunda a una evolución externa y porsupuesto un ego suficiente como para entender su valor, suficiente como para no explotar su propia identidad.


Él imaginaba a una niña madura. Ella era una mujer infantil. Él veía una musa de poca importancia. Ella se sabía callejera inmaculada. Entendía que tenía un serio problema de esquizofrenia. Caminaba no confiada, sino descuidada, el mundo no le importaba mucho más de lo que influía en ella. Eso es poco o nada. Se sabía lista. Entendía porque el tiempo no existía y como todo se encontraba dividido a partículas elementales que sólo los suyos comprendían. Sonreía sin sentido y no lo hacía al ritmo del resto.


Él no comprendía mucho esa fijación. Ella no era candidata a sus gustos. Ni como era, ni como se veía, ni como se vestía ni como conversaban, si es que eso era posible. Aún así él no podía entender cual era la nada que le causaba curiosidad de ella. Ella sabía de su existencia, pero más que eso no importaba. Él cerraba el día imaginando de que color sería su mirada sin lentes negros. Ella no tenía un color fijo. Él olvidaba su propia cara intentando entender sus ángulos, mientras ella desconocía que los tenía. Él imaginaba barbaridades, algunas odiosas, otras loables. Ella no conocía ninguna de ellas.


El joven miraba sin recelo a ese ser que tanto creía estar conociendo. Él ostigaba sin parpadear los contornos de Julieta. Ella, se llamaba Claudia.


Tuesday, April 03, 2007

Por la puta!



Debería haber dormido con Lucifer


De mi único hijo no saqué más que malos ratos. Es simple. El hijo de su abuelo es un imbecil. Y criado con un imbecil no cabía otra posibilidad que seguir el mismo sendero. Día tras día, el genéticamente imbecil hacía cualquier cosa posible por sacarme de mis cabales. Rompia mis libros, borraba los avances que hacía en el computador, decía pelotudeces frente a mis mujeres y siempre... siempre encontraba la manera de cagarme el día. Creo que no puede esperarse menos. El pendejo idolatraba a su padre, y siendo así no podía esperar menos. Todo un molde de mi persona. Creo que el chiquillo sólo deseaba calzar en mis zapatos y a momentos simplemente los rompía superando al original. Una mierda. Por la puta! Porque había salido tan a mi? Me rompía la cabeza día a día tratando de imaginar alguna manera de ponerle freno, pero mi orgullo de halcón no me permitía dejar de ser un pendejo sobrecrecido con unos cuantos fanaticos en el globo. No había caso... Así que opté por lo sano.


No pasaban las 3 de la tarde. Lo se porque me habían soltado del trabajo y en la ventana de mi escritorio la luz me llegaba justo en la cara. Por la puta! Odio esa lucecita que intenta gritarme a diario que he consumido otras 24 horas!! Tengo claro que los días pasan, y que no lograba acabar de una vez con mi demonio externo. Ese tuberculo de mi mierda. Ese día el pendejo llegó. Había ganado un concurso de cuentos. Me sorprendió un poco que dentro de esa mente cochinamente brillante hubiera ideado algo fuera de torturarme como para ganar algún premio. Ese día estaba más agradable de lo común. Se sentó calmadamente a contarme del premio, de la plata, de sus ganancias, de lo mucho que deseaba independizarse (el pobre iluso) y que ya con 15 años no quería ni terminar la escuela, ya había descubierto lo suyo.

Ahí me enzartó el golpe de gracia.

El pedazo de mierda me mostró su galardonado escrito. Era bueno, de hecho era bastante bueno. Era algo que yo mismo hubiera escrito. De hecho era algo que YO MISMO HABÍA ESCRITO. Lo miré con furia.- Pendejo de mierda!!!- le grité sin pensarlo al ver que se había robado un capitulo del libro que estaba escribiendo y que llevaba 4 meses en proceso, y lo agarré de ese huesudo cuello que ostenta con holgura. Lo zamarrie de un lado al otro. Le grité de todo lo que tenía en mi basto repertorio (cosa que a esa altura, rodeado de criticos, era bastante) y lo puse contra el balcón del departamento. Mientras hacía presión hacia afuera lo miraba a los ojos y crecía en mi las ascuas del odio. Se encendieron en mi todas las fraguas del infierno. Creo que Lucifer mismo se hubiera hecho en sus faldas su me hubiera visto odiar esa dantesca visión. Veía sus ojos saltones llenos de risa. Lo estaba ahorcando pero reía. Reía al ver que reconocía mi propia inmundicia en su mirada. Que lo que él hacía era sólo lo que había emulado de su idolo personal. El hombre que lo intentaba alejar del suelo. Hize todo el esfuerzo posible y con un empujón fuerte voté al pendejo de mierda por la ventana. Por la puta! Lo hize. Lo hize finalmente. Me liberé de ese espejo de odio. Me desencadené de esa podrida comedia que me había otorgado el destino. Escuché su grito al caer, los casi 4 segundos que demoró en dar con el suelo. Entré a mi estudio. Tome una enorme bocanada de aire, como el postre luego de un gran banquete, y me senté nuevamente en el computador. A seguir con mis cuentos.


Mis cuentos de mierda.

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Primer personaje, primer cuento... ahora para el público.

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